Editorial

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http://dx.doi.org/10.24038/mgyf.2018.056

Benjamín Abarca Buján

Expresidente de la SEMG

El título de este artículo, una famosa cita de Walt Disney, pretende trasladaros las reflexiones que un grupo de amigos, a los que tuve el honor de coordinar en 2007, nos planteamos cuando los socios de la SEMG nos confiaron dirigir esta nave.

Aunque todo había empezado mucho antes con la participación de algunos de nosotros en Juntas Directivas Autonómicas o en la Comisión Permanente, en realidad el reto empezaba en ese momento y el grupo aportaba su experiencia previa con Antonio, Trigueros, Mercedes y Pedro, y la ilusión de los que se incorporaban a un nuevo proyecto: Juana, Moisés, Juan, Pilar, Diego y Fernando. A las anteriores Comisiones les había correspondido el difícil trabajo de construir una organización de la nada, de defender lo que éticamente se consideraba justo, y de transitar por un desierto con no pocos palos en la ruedas. A nuestra Junta Directiva, en la que pudimos combinar experiencia y juventud, nos correspondió la parte más sencilla debido a los mimbres que nos habían dejado, no solo humanos sino también en forma de un enorme capital en infraestructura, actividades y sobre todo en coherencia. Manteniendo un mismo discurso sin derivas interesadas, no fue difícil alcanzar los objetivos propuestos, que concretamos en cuatro grandes ejes: visibilidad, ampliación de la base societaria, búsqueda de la unidad de acción y por supuesto continuidad.

La «continuidad» se basó en la defensa de la dignidad profesional, en la promoción y difusión de la ecografía como herramienta imprescindible de la atención primaria y en la Solidaridad como “marca” del espíritu SEMG que tanto nos diferenció.

En la defensa de la dignidad profesional no escatimamos esfuerzos. Fueron años difíciles, en los que conjuntamente con la Plataforma Diez Minutos defendimos que nuestros pacientes pudiesen disponer de un tiempo digno para consultar con su médico de cabecera. Innumerables fueron las reuniones, las ruedas de prensa y las manifestaciones públicas. Aunque algunas comunidades autónomas fueron sensibles a estas demandas, tenemos que decir, no sin cierta tristeza, que más de una década después sigue persistiendo el mismo problema en nuestra querida Atención Primaria (AP). Fueron años de intentos serios por parte de las Administraciones de mejora de la AP a través del Proyecto AP 21, en el que SEMG participó de una manera muy activa haciendo un seguimiento riguroso de su cumplimiento en cada comunidad autónoma.

Desgraciadamente constatamos en aquel entonces, y también más de una década después, que el Decálogo para la mejora de la AP que elaboró la SEMG y que presentó en el congreso de Málaga del 2008, sigue vigente punto por punto y coma por coma, pero nunca nadie podrá decir que las organizaciones profesionales y particularmente la SEMG no estuvieron a la altura de las circunstancias denunciando el abandono de la AP.

La continuidad y el refuerzo de la utilización de la ecografía en AP, además de mantener la importante actividad formativa en la Escuela Nacional y en varias Autonómicas, se plasmó en la realización del primer Máster Universitario de ecografía; la publicación de varias obras y la publicación de la revista EuroEco de la mano de Pedro Cañones, que seguramente sigue siendo la única revista europea en este ámbito.

La «solidaridad», de la mano de Manuel Solla, tuvo en esta época una especial relevancia al poder inaugurarse la Unidad Docente de Ciudad Sandino, verdadero icono de nuestra Fundación, donde, a pesar de la dramática situación que vive este país hermano, sigue siendo referente en la formación médica continuada del país.

Una realidad incontestable en aquellos años era que nuestra sociedad científica realizaba multitud de actividades, pero su «visibilidad» no era correspondida. Por ello, nuestro esfuerzo se centró en aumentar la comunicación tanto externa como interna. Fruto de ello fue la creación del MC Diario una newsletter diaria que recopilaba la información más destacada de la AP; la creación del Confidencial, una publicación también digital que cada dos a cuatro semanas recopilaba todas las actividades de la SEMG; y el Periódico SEMG, una publicación mensual en papel, que supuso un enorme esfuerzo periodístico y económico, pero que sirvió para cohesionar todavía más nuestra sociedad; todo ello sin olvidar nuestro órgano oficial, que era la revista Medicina General y de Familia y la ya mencionada publicación innovadora EuroEco.

Fue una época en la que la SEMG pasó a ser una de las sociedades científicas con mayor presencia en los medios sanitarios profesionales, y los miembros de la Junta Directiva multiplicaron su presencia en cuantas actividades estuviera presente la AP; se inició también nuestra presencia en las redes sociales, que por aquel entonces ponían en marcha lo que luego sería el principal canal de comunicación interpersonal.

Nuestro tercer eje, «ampliar nuestra base societaria», se sustentaba en la necesidad de llegar a las nuevas generaciones. Para ello comenzamos proponiendo a la Asamblea un cambio de nombre de nuestra sociedad, que pasó a llamarse Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia, propuesta fue aceptada unánimemente y punto de cambio fundamental; le siguieron acciones específicas con los residentes, como las Jornadas específicas, el Aula de Residentes en el Congreso Nacional y finalmente la entrada en la Comisión Nacional de la Especialidad.

No descuidemos el trabajo previo en la Universidad para dar a conocer la Medicina de Familia, pues creemos firmemente en que «aquello que no se conoce, no se elige»; por ello constituimos las Cátedras de Medicina de Familia en las Universidades de Santiago de Compostela, Zaragoza, Barcelona, Granada y Cádiz, que tanta satisfacciones nos han dado y que sirvieron también para dar a conocer y favorecer la participación en nuestros proyectos solidarios.

La «formación» fue en nuestra Sociedad una parte fundamental, no así la investigación, que además debería servir para que las nuevas generaciones pudiesen construir sus currículos. Por ello creamos la Fundación para la Investigación y para la Formación (FIFSEMG); vino a ser la herramienta necesaria para desarrollarnos en ese campo, en el que, gracias al inestimable esfuerzo de Pilar, fuimos capaces de iniciar un buen número de proyectos de investigación que abrieron un nuevo camino en la Sociedad con la participación de un amplio número de investigadores.

El cuarto y último eje, no por ello menos importante, era la necesidad de trabajar en común con las otras dos sociedades científicas de AP, la «unidad de acción»; se antepuso siempre la profesión a los lícitos intereses de cada una de ellas. Aunque habíamos pasado un periodo de profundas diferencias, creíamos que era el momento de trabajar conjuntamente en lo que nos unía y dejar a un lado lo que podía separarnos, y así lo hicimos. No sería justo dejar de agradecer el esfuerzo y la colaboración que mostraron en todo momento los presidentes de las otras dos sociedades hermanas, José Luis Llisterri y Pep Basora que, compartiendo este objetivo, hicieron que viviéramos unos momentos de colaboración nunca antes conocidos por las tres sociedades de AP; se preparó un futuro que el tiempo dirá si es factible.

Fruto de aquella colaboración surgieron numerosas actividades conjuntas; por citar algunas de las más trascendentales, además de la primera foto de los tres presidentes en el congreso SEMG de Santander, debo señalar nuestra participación en la ECOE que de alguna forma fue la de «punto final», la que cerraba las diferencias que hasta entonces tenía el colectivo; o como citaba antes, el acuerdo por el que se consensuaba la participación de las tres sociedades en la Comisión Nacional de la Especialidad.

En definitiva, fueron años complejos pero ilusionantes, en los que pusimos lo mejor de nosotros para hacer lo que creíamos que nuestra sociedad científica necesitaba en ese momento, y con la enorme satisfacción de que aquel grupo fue el germen del nuevo equipo que actualmente, bajo la batuta de Antonio, dirige tan acertadamente nuestra Sociedad, comparte nuestros antiguos valores y le da el impulso innovador que necesita en estos momentos.