Clínica Cotidiana

Información del artículo


Historia del artículo:
Recibido el 6 de junio de 2020
Aceptado el 15 de junio de 2020
On-line el 16 de julio de 2020


Palabras clave:
Covid-19
SARS-CoV-2
Coronavirus
Anosmia
Olfato


*Autor para correspondencia
Correo electrónico:
btbcachorro@hotmail.com
(B. Torres Blanco).

http://dx.doi.org/10.24038/mgyf.2020.027


Keywords:

COVID-19
SARS-CoV-2
Coronavirus
Anosmia
Sense of smell

Beatriz Torres Blancoa,*, Cristina Sal Redondob

aCentro de Salud Arturo Eyries. Valladolid.bCentro de Salud Parque Alameda-Covaresa. Valladolid.​


Resumen


La disfunción olfatoria (DO) es un síntoma reconocido como biomarcador de detección precoz de la enfermedad por coronavirus, que puede preceder al cuadro clínico completo o presentarse de forma aislada en cuadros muy leves o paucisintomáticos.

En la actualidad, el mecanismo fisiopatológico de esta afección no está claro. La hipótesis más plausible parece relacionar el neurotropismo del SARS-CoV-2 con su capacidad para invadir el bulbo olfatorio y provocar la destrucción de las células del epitelio olfatorio.

Siendo la DO un síntoma persistente en gran parte de los casos tras la resolución del resto de sintomatología, es razonable pensar que la mayoría de los pacientes recuperarán las funciones olfativas de forma paulatina en las semanas posteriores a la resolución de la enfermedad por coronavirus.

Es necesario ampliar las líneas de investigación en relación con esta afectación neurosensorial, pues los estudios disponibles en la actualidad presentan importantes limitaciones.

© 2020 Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.
Publicado por Ergon Creación, S.A.


Olfactory dysfunction: a persistent symptom in COVID-19

Abstract


Olfactory dysfunction (OD) is an symptom acknowledged as a biomarker of early detection of the coronavirus disease, which can precede the complete clinical picture or present itself in an isolated form  in very mild pictures of paucisymtomatic ones.

Currently, the physiopathological mechanism of this condition is not clear. The most plausible hypothesis seems to relate neurotropism of SARS-CoV2 with its capacity to invade the olfactory bulb and provoke the destruction of the olfactory epithelium cells.

As the OD is a persistent symptom in most of the cases after the resolution of the rest of the symptoms, it is reasonable to think that most of the patients will recover their olfactory functions gradually in the weeks following the resolution of the coronavirus disease.

The lines of investigations regarding this neurosensorial condition need to be expanded, since the currently available studies have significant limitations.

© 2020 Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.
Published by  Ergon Creación, S.A.

Mujer de 68 años de edad, sin alergias medicamentosas conocidas, con antecedentes personales de hipertensión arterial en tratamiento con lisinopril (5 mg cada 24 horas) y adenocarcinoma de endometrio tratado mediante histerectomía con doble anexectomía y radioterapia, actualmente en resolución.

La paciente es atendida en la consulta no presencial por presentar cuadro de anosmia de 10 días de evolución. Durante la entrevista clínica se investiga la presencia de otra sintomatología: refiere que al inicio del episodio tuvo un cuadro de cefalea, ageusia y malestar generalizado que ha ido cediendo; persiste la anosmia y cierta astenia residual y permanece afebril y sin otra sintomatología de alarma.

Se explica a la paciente la necesidad de aislamiento domiciliario. Dada la ausencia de signos de alarma, se decide observación domiciliaria y posteriores controles telefónicos.

Al cabo de 32 días desde el inicio de la sintomatología se realiza exudado nasal para PCR SARS-CoV-2 y se obtiene un resultado positivo.

En las siguientes atenciones telefónicas diarias por parte del médico de familia se incide en la necesidad de continuar con aislamiento domiciliario y se programa nueva PCR para 7 días después de la realización de la primera toma. En este momento la mejoría del sentido del olfato es casi total.

El día previo a la realización de la segunda prueba, la paciente solicita una consulta no presencial urgente por presentar un dolor centrotorácico de inicio paulatino, de varias horas de evolución, opresivo, no irradiado, sin cortejo vegetativo, asociado a sensación disneica grado II en la escala de NYHA, por lo que es remitida al Servicio de Urgencias del hospital.

En la exploración, la paciente está estable: presión arterial: 154/91 mmHg, frecuencia cardiaca 91 lpm, saturación de oxígeno 99 % y temperatura 36,2 ºC; auscultación cardio-pulmonar normal; resto de la exploración sin hallazgos de interés.

Se realiza una analítica sanguínea con los siguientes resultados: leucocitos 5.600 µl sin desviación izquierda; resto de serie blanca sin alteraciones; no se objetiva anemia ni alteraciones plaquetarias; dímero D 302 ng/ml; iones, función renal y perfil hepato-pancreático sin alteraciones significativas; proteína C reactiva 2 mg/L, procalcitonina 0,02 ng/ml y troponina I de alta sensibilidad < 2 ng/L.

Radiografía de tórax: no se observan consolidaciones ni opacidades relacionadas con covid-19.

Se realiza un test de anticuerpos totales, cuyo resultado es negativo, y un segundo test de PCR SARS-CoV-2 que persiste positivo.

Dado que la paciente se encuentra estable y sin signos de gravedad, se decide alta domiciliaria y seguimiento ambulatorio como venía realizando hasta el momento.

El día siguiente se contacta telefónicamente con la paciente. Refiere mejoría del dolor torácico, pero manifiesta cierta ansiedad y nerviosismo como consecuencia de la persistencia de resultado positivo de la PCR. Se tranquiliza a la paciente y se le recomienda llevar a cabo actividades de ocio en el domicilio y ejercicios de respiración. Se programa nuevo test al cabo de 14 días.

Durante los siguientes días se espacia el seguimiento telefónico diario inicialmente, y posteriormente cada 48-72 horas. La paciente permanece asintomática: la anosmia se resuelve completamente, aunque persiste el cuadro de ansiedad ya referido. Las consultas telefónicas se centran a partir de ese momento en la aplicación de terapias conductuales.

Al cabo de 14 días del último test se repite el exudado nasofaríngeo. Tras 46 días de aislamiento se obtiene finalmente un resultado negativo.

Comentario

La disfunción olfatoria (DO) es un síntoma descrito en el 5 % de los pacientes diagnosticados de coronavirus en España. Sin embargo, algunas series elevan el porcentaje de pacientes con DO o disfunción gustativa (DG) hasta el 20 %. En ellas se hace hincapié en la infranotificación de estos síntomas por anamnesis incompleta del paciente.

La aparición de DO es un hallazgo frecuente en las infecciones virales, puesto que generan una reacción inflamatoria de la mucosa nasal y la consiguiente rinorrea. Sin embargo, la DO relacionada con la covid-19 tiene la peculiaridad de no asociarse a rinitis u obstrucción nasal.

La anosmia ya había sido relacionada previamente con la infección por coronavirus. La principal teoría de la patogénesis es la invasión del bulbo olfatorio por parte del virus. Se ha documentado la presencia de partículas de SARS-CoV-2 en las células del epitelio olfatorio, lo que provoca la invasión y posterior destrucción de las mismas. Desde el punto de vista biomolecular, parece que el virus puede infectar las neuronas periféricas para acceder al sistema nervioso central, pero todavía no se ha alcanzado aún la evidencia del mecanismo fisiopatológico. Actualmente existe la sospecha de que el potencial neuroinvasivo del virus puede desempeñar un papel clave en la insuficiencia respiratoria de los pacientes con covid-19.

El neurotropismo de los coronavirus depende de la interacción entre la enzima convertidora de la angiotensina 2 (ECA2) y la proteína S del virus (spike protein). Los ECA2 están directamente relacionados con la infectividad del virus, presente en el córtex, ganglios de la base, hipotálamo y troncoencéfalo. A pesar de no existir experiencia sobre si el SARS-CoV-2 puede infectar las neuronas sensoriales olfativas, existen datos que confirman la afectación del soporte del neuroepitelio olfatorio.

Este síntoma, considerado menor e inespecífico, puede representar la única manifestación de la enfermedad. En un estudio realizado en 12 hospitales europeos1, del total de 357 pacientes con DO relacionada con la covid-19, la hiposmia o la anosmia apareció de manera precoz en el 11,8 % de los pacientes; en un 65,4 % apareció después y en un 22,8 % al mismo tiempo que el resto de síntomas generales; persistía tras la resolución del resto de la clínica en el 63 % de los casos. Prácticamente el 73% de los pacientes que presentaron DO recuperaron la función olfativa al cabo de los primeros 8 días tras la resolución del cuadro; persistió más de 15 días en el 4 % del total.

Naturalmente, se trata de observaciones a corto plazo y es razonable pensar en que la gran mayoría recuperará las funciones olfativas durante las semanas posteriores a la resolución de la enfermedad.

Actualmente no existe asociación entre las comorbilidades del paciente y el desarrollo de DO. En cambio, parece existir una asociación entre la DO y la disfunción gustativa y la fiebre; la tasa de mujeres afectadas es proporcionalmente mayor a la de los hombres.

Para finalizar, es de interés declarar las limitaciones presentes en los estudios publicados hasta el momento. En primer lugar, se trata de un síntoma no valorado en una proporción relevante de pacientes con enfermedad grave por coronavirus. En segundo lugar, es relevante, la práctica inexistencia de datos necrópsicos por las restricciones impuestas en muchos centros por motivos de seguridad, que dificultan dilucidar los mecanismos patogénicos implicados en la patología neurosensorial, asociados a la infección por SARS-CoV-2.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Bibliografía


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