Editorial
Pedro Javier Cañones Garzón
Director de Medicina General y de Familia
Tras casi año y medio de pandemia, el ser humano ha aprendido muchas cosas y ha descubierto muchas otras. Por ejemplo, ha descubierto su inmensa capacidad para reinventarse, para reinventar la vida cotidiana, para tratar de mantener un atisbo de normalidad en sus actividades personales, familiares, laborales, profesionales… En esas circunstancias el resultado no podía ser del todo satisfactorio, pero sí esperanzador.
Tratando de mirar al frente, de obviar las terribles consecuencias que para la vida y la salud futura de muchos de nuestros semejantes ha generado esta pandemia; intentando no olvidar ni minimizar el sufrimiento de quienes han perdido todo o mucho, de quienes han dejado de ser o de quienes nunca volverán a ser como antes, esta experiencia global, colectiva e individual ha impulsado el desarrollo de soluciones imaginativas y plausibles para devolver en lo posible la cotidianeidad perdida.
Como no puede ser de otra manera, lloraremos a los que se han ido; sin embargo, el mundo seguirá siendo de los que se quedan. Más que nunca, en nuestro entorno social se ha hecho palmaria la necesidad de un sistema sanitario que no solo sea capaz de atender los retos extremos en materia de salud y de enfermedad, sino que además continúe ocupándose de la calidad de vida de sus ciudadanos, que siga invirtiendo tiempo, sabiduría, trabajo y, por supuesto, recursos materiales y personales en atender padecimientos físicos y psicológicos que no alcanzan la consideración de riesgo vital inmediato.
Quienes nos dedicamos a esa parte de la atención sanitaria, la atención primaria, afrontamos cada día el reto de mejorar nuestra competencia profesional, de aportar actitudes y habilidades en necesaria y obligada evolución hacia una siempre inalcanzable máxima eficiencia. Nuestra formación continuada constituye una responsabilidad ineludible que ni siquiera durante estos meses de frenesí laboral (o precisamente a causa de él) ha dejado de estar presente en nuestro ánimo.
Tras el Congreso Nacional de Medicina General y de Familia celebrado en 2019 en Valencia, la SEMG decidió posponer su reunión anual hasta que, en este mes de junio, todos nosotros pudimos reencontrarnos de nuevo; eso sí, en unas condiciones muy diferentes en cuanto a forma de asistencia y número de congresistas.
El celebrado en Palma de Mallorca fue el primero en anularse en marzo de 2020 y el primero en celebrarse en junio del 2021. Fue un congreso emocionante: por el añorado reencuentro con los compañeros; por el tipo de organización de actividades, orientada sobre todo a preservar la seguridad de los congresistas; por el despliegue de medios y de imaginación para proporcionar presencial y virtualmente una oferta atractiva de elementos de aprendizaje… El resultado: cientos de horas de formación que han podido y podrán ser apreciadas en cualquier parte del mundo durante los próximos tres meses, con el marchamo del estilo propio de la SEMG. Y todo ello en un entorno inigualable, entregado a hacer de este un congreso singular que recordemos congresistas, organizadores y también los trabajadores que prestaron servicio a este evento. Porque la ciudad llevaba más de un año sin este tipo de acontecimientos, los empleados del palacio de congresos y la hostelería meses sin trabajar, y la población ya no estaba acostumbrada a recibir a los visitantes de antaño. Una gran emoción embargaba el ambiente, e hizo de este el “Congreso de la COVID”, un congreso para el recuerdo.
Seguridad y aprendizaje caminaron juntos. Con motivo de la realización de actividades presenciales en el Congreso se ha llevado a cabo el Estudio Safe-Congress. Este ha consistido en la realización de pruebas serológicas a los asistentes antes del comienzo y tras la finalización del congreso. No se ha comunicado ni un solo caso de resultado positivo, ni de sintomatología compatible; por tanto, tampoco se ha comunicado la necesidad de proceder al aislamiento de ninguno de los asistentes. La comparación con las consecuencias de otras concentraciones multitudinarias en el mismo territorio y por las mismas fechas da cuenta de lo escrupuloso y acertado de la organización y del comportamiento de los congresistas.
Utilizando una expresión ya manida, este formato de Congreso Nacional “ha venido para quedarse”. Sus extraordinarios resultados, la optimización de su difusión y accesibilidad y, por supuesto, la minimización de riesgos para los asistentes, nos invitan a proseguir por esta vía y, si es posible, a mejorar sus prestaciones. Desde la SEMG haremos lo posible por seguir superando barreras que permitan encontrarnos de nuevo y nos serviremos de la tecnología para ello; nos empeñaremos en responder a la necesidad de interacción y de compartir experiencias entre nosotros, que nos lleven a incrementar nuestra capacitación profesional a través de la mejora de nuestras competencias y la adquisición de los conocimientos, las habilidades y las actitudes que precisan nuestros pacientes y la comunidad a la que prestamos nuestros servicios.
Seguiremos avanzando, sin ninguna duda: ese es nuestro compromiso.
¡Te esperamos en Bilbao 2022!