Clínica Cotidiana

Información del artículo


Historia del artículo:
Recibido el 5 de agosto de 2022
Aceptado el 29 de febrero de 2024
On-line el 29 de mayo de 2024


Palabras clave:
Pitiriasis
Exantema
Atípica
Atención primaria


*Autor para correspondencia
Correo electrónico:
antonio.redondo@salud.madrid.org
(A.M. Redondo Horcajo).

http://dx.doi.org/10.24038/mgyf.2024.017


Keywords:

Pityriasis
Exantema
Atypical
General practice

Eva Gordo Romero, Nagore García Pipaón, Antonio Miguel Redondo Horcajo*, Ana María Cayuela Mate, Antonio Gómez García

Centro de Salud Santa Isabel. Leganés (Madrid).


Resumen

La pitiriasis rosada es una enfermedad frecuente que afecta principalmente a adolescentes y adultos jóvenes. Se presenta como un exantema agudo papuloescamoso, autolimitado, cuya forma clásica es fácil de diagnosticar por sus características clínicas. Puede manifestarse con formas atípicas, menos conocidas, y en algunos casos puede ser difícil de diagnosticar y llega a confundirse con otras entidades.

© 2024 Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.
Publicado por Ergon Creación, S.A.


Pityriasis rosea of Gilbert: an unusual presentation

Abstract


Pityriasis rosea is a common disease that mainly affects adolescents and young adults. Presenting as an acute papulosquamous exanthema, self-limited, whose classic form is easy to diagnose due to its clinical characteristics. However the disease can also manifest in atypical forms, less known, and that in some cases it can be difficult to diagnose and confuse doctors with other illnesses.

© 2024 Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia.
Published by  Ergon Creación, S.A.

Varón de 22 años de edad, que consulta por aparición desde hace un mes y medio de lesiones que se han ido extendiendo por las piernas y los antebrazos, sin picor ni otra clínica acompañante. Niega consumo de fármacos, drogas, ni relaciones sexuales de riesgo. No están afectados otros convivientes ni ha presentado cuadro sistémico previamente.

Durante la exploración clínica se observan placas maculares bilaterales simétricas, de color rojo parduzco, no descamativas en los miembros superiores e inferiores, siguiendo las líneas de tensión (figura 1). No existe afectación palmoplantar ni cefálica.

Aunque las lesiones se asemejaban a las de la pitiriasis rosada, dada la presentación atípica se le remite a la consulta de Dermatología.

Allí, ante la misma duda (se plantean como diagnóstico diferencial pitiriasis rosada atípica o exantema viral), se realiza una biopsia cutánea de una de las lesiones del brazo y una analítica [hemograma, bioquímica básica y serología para virus (parvovirus B19, CMV, VEB, VIH, SARS-CoV-2) y lúes].

Las serologías son negativas; el hemograma y la bioquímica, normales.

El estudio de anatomía patológica muestra en la dermis superficial un infiltrado inflamatorio perivascular y leve intersticial, con presencia de exocitosis, leve espongiosis, extravasación hemática y hematíes intraepidérmicos. Se trata de hallazgos histológicos compatibles con pitiriasis rosada.

Las lesiones desaparecieron al cabo de 12 semanas de la aparición

Figura 1 –

Figura 1 – 

Comentario

La pitiriasis rosada fue descrita por primera vez en 1860 por Camile Gilbert (a quien debe su nombre) como una descamación rosada1,2.

Suele afectar principalmente a adolescentes y adultos jóvenes, por igual en ambos sexos. Un 75 % de los casos se diagnostica entre los 10 y los 35 años3,4. Su aparición es más frecuente en primavera y otoño1,5. La prevalencia en la población general se estima en 0,13-0,14 %5; la incidencia estimada es de 0,39-4,8 % de los pacientes dermatológicos2,4.

Su etiología es desconocida. Aunque se sospecha un origen infeccioso, presumiblemente vírico1,4,5.6 (herpes virus tipo 6 y 7, principalmente), no se ha podido demostrar ningún agente causal hasta el momento. También se ha relacionado con causa psicógena1 o con ciertos fármacos1,6.

La forma típica (presente hasta en el 80 % de las ocasiones) se manifiesta como un exantema papuloescamoso, autolimitado, distribuido principalmente en el tronco y la parte proximal de las extremidades1,3. Suele comenzar con una primera lesión macular en el tronco o el cuello (denominada placa heraldo); pocos días después aparece una erupción secundaria, con placas de menor tamaño, con una distribución simétrica característica a lo largo de las líneas de tensión del tronco1,3,4,5,6 (líneas de Langer). Ello le confiere una configuración que semeja un “árbol de navidad”.

Suele ser asintomática o presentar picor de diferente intensidad (grave hasta en el 25 % de los casos5,7). En general, la erupción dura 4-8 semanas, aunque puede persistir hasta 5 meses1.

En un 20 % de los casos, se presenta con unas características clínicas atípicas1,4,5 que dificultan su diagnóstico. Estas formas atípicas se clasifican según la morfología, tamaño y localización de las lesiones y el curso de la enfermedad2,4,5,7. Así, puede presentarse como pápulas, pústulas, psoriasiformes, foliculares, vesiculares, purpúricas o hemorrágicas, hipopigmentadas; las lesiones pueden ser grandes (pitiriasis rosada gigante de Darier) o muy pequeñas. Las localizaciones atípicas de las lesiones son la cara, la cavidad oral, el cuero cabelludo, las palmas de las manos y las plantas de los pies, los miembros superiores e inferiores, las axilas y las ingles.

Según el curso de la enfermedad puede ser reincidente, recurrente, persistente y recurrente y persistente. Por lo general, la enfermedad recurre en menos de un año desde el primer episodio en 2,8-3,7 % de los pacientes4,7. Las recaídas suelen mostrar ausencia de placa heraldo, y el tamaño y número de lesiones secundarias es menor. La duración de este episodio es más corto.

Hasta ahora también se ha descrito como una forma atípica de pitiriasis rosada un rash exantemático inducido por múltiples medicamentos (inhibidores de la enzima conversora de angiotensina, antiinflamatorios no esteroideos, omeprazol, metronidazol, D-penicilamina, isotretinoína, terbinafina, barbitúricos…). Suele cursar sin placa heraldo y la erupción es monomorfa. En la actualidad este tipo de rash debe ser considerado una entidad clínica distinta e independiente2,4,7.

El diagnóstico de la forma típica es clínico1,4,6,8 y fácilmente reconocible. Se basa en el antecedente de una primera lesión, su morfología, coloración y tamaño, seguidos de la aparición brusca del resto de las placas y la distribución típica. Las pruebas de laboratorio no son necesarias, ya que no muestran alteraciones, incluso en las formas atípicas5. La biopsia para el estudio histopatológico de las lesiones se reserva para llegar al diagnóstico en las presentaciones atípicas.

En las presentaciones atípicas (según tamaño, morfología, extensión y localización de las lesiones) hay que hacer diagnóstico diferencial con distintas patologías dérmicas, incluidas todas las dermatosis y exantemas que cursan con placas anulares y descamación fina. Entre los diagnósticos diferenciales1,3.4.6.8 a realizar, se encuentran la sífilis secundaria (si hay afectación palmoplantar), dermatofitosis, erupciones por fármacos, psoriasis gutata, liquen plano, eccema numular y dermatitis seborreica.

Al ser una enfermedad autolimitada, y en general con escasos-nulos síntomas, tanto la forma típica como las atípicas no requieren tratamiento1,3,4,5,8. En caso de prurito intenso o descamación excesiva, se utilizan antihistamínicos orales y emolientes.

Se han empleado diferentes tratamientos (corticoides tópicos y orales, aciclovir, fototerapia…), cuyos resultados son causa de controversia1,3,4,8. Aunque hay estudios a favor del uso de eritromicina por vía oral1,3,5,8 (cuando se administra en la primera semana parece disminuir el tiempo de evolución de la pitiriasis8), hay otros con resultados no tan evidentes4.

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

Bibliografía


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