Editorial
Información del artículo
*Autor para correspondencia
Correo electrónico:
impaules@salud.aragon.es
(I.M. Paúles-Cuesta)
Isabel María Paúles Cuestaa,*, Jonatan Alonso Morteb, Laura Cardona Monzónc, María Asunción Gracia Aznard, Paola Martínez Ibáñeze, Cristina Ruiz Morollónf. Grupo de Trabajo de Estilos de Vida y Determinantes de Salud de la SEMG
aCentro de Salud Amando Loriga. Caspe, Zaragoza. bCentro de Salud de María de Huerva. María de Huerva, Zaragoza. cCentro de Salud de Tauste. Tauste, Zaragoza. dCentro de Salud Delicias Norte. Zaragoza. eCentro de Salud de Fuentes Norte. Zaragoza. fCentro de Salud de Híjar. Híjar, Zaragoza.
La atención continuada en Aragón atraviesa un momento crítico. La creciente demanda de atención médica, impulsada tanto por el envejecimiento de la población como por la mayor prevalencia de enfermedades crónicas, ha puesto a prueba la capacidad del sistema sanitario para ofrecer una cobertura efectiva y eficiente. En este contexto, se ha revelado una serie de desafíos estructurales que requieren una reflexión urgente y un replanteamiento profundo del modelo de atención.
Uno de los problemas más evidentes es la sobrecarga de los Servicios de Urgencias. Los hospitales y centros de salud se ven desbordados, con tiempos de espera prolongados y una sobrecarga en los profesionales de la salud que impacta en la calidad del servicio. La falta de una coordinación eficaz entre los niveles de atención (primaria, especializada y hospitalaria) agrava aún más la situación y genera un círculo vicioso que compromete la eficiencia del sistema. Los recursos, aunque valiosos, no parecen distribuirse de manera equitativa ni adaptarse con agilidad a las demandas cambiantes de la población.
Otro factor que contribuye a esta problemática es la desigualdad en el acceso a los servicios de salud. En Aragón, como en muchas otras comunidades autónomas, las áreas rurales se enfrentan a un déficit de profesionales de la salud y a la falta de infraestructuras adecuadas. Este desequilibrio territorial genera una brecha de acceso, especialmente en servicios de atención continuada, lo que obliga a muchos pacientes a recorrer largas distancias para recibir atención, con la consiguiente demora en el diagnóstico y tratamiento.
Es imperativo que se invierta en tecnologías de la información y la comunicación que faciliten la integración de los servicios y el acceso a la atención a distancia, como ya se está haciendo en algunas áreas del país. La telemedicina y los sistemas de seguimiento remoto pueden ser herramientas clave para mejorar la continuidad de la atención y aliviar la presión sobre los centros de salud, especialmente en zonas rurales. Además, es esencial promover la educación en salud y la autogestión de enfermedades crónicas entre la población para reducir la demanda innecesaria de atención urgente.
El reto, sin embargo, no reside solo en la implementación de nuevas tecnologías, sino en la necesidad de un cambio en la organización del sistema. Los modelos de atención tradicionalmente segmentados y fragmentados deben dar paso a una visión más integrada y centrada en el paciente. La atención continuada debe ser vista, no como una solución aislada, sino como parte de un proceso global que garantice el cuidado a largo plazo, independientemente del lugar donde viva el paciente.
La formación y retención de profesionales de la salud también deben ser una prioridad. La atención continuada requiere un equipo multidisciplinario bien preparado y la falta de profesionales dispuestos a trabajar en áreas de difícil acceso o con condiciones de trabajo difíciles agrava la situación. Incentivar la permanencia de estos profesionales en el sistema sanitario y fomentar la colaboración entre distintos niveles asistenciales es esencial para ofrecer una atención más eficiente y menos fragmentada.
Es el momento de abordar este reto con la urgencia que merece. No se trata solo de mejorar la calidad de la atención, sino también de garantizar que todos los aragoneses, independientemente de su lugar de residencia, tengan acceso a una atención continuada digna y eficaz. Este es un desafío que exige el esfuerzo coordinado de las autoridades sanitarias, los profesionales de la salud y la sociedad en su conjunto. Sin una respuesta adecuada, corremos el riesgo de que los problemas actuales se conviertan en una crisis estructural que afecte a la salud y al bienestar de miles de personas.