Editorial

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*Autor para correspondencia
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http://dx.doi.org/10.24038/mgyf.2024.026

Olaya López Pereiro

SEMG Galicia


Este año la rosa de los vientos de la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia (SEMG) marcó el rumbo a 4.000 congresistas de todos los puntos de España en la ciudad de A Coruña. Sirvió como punto de encuentro para navegar a través de los más interesantes temas de relevancia que nos atañen en nuestro quehacer diario, siempre desde la actualización científica y el enfoque biopsicosocial que tanto caracteriza a nuestra profesión.

El 30º Congreso Nacional de Medicina General y de Familia cerró sus puertas tras unas jornadas marcadas por una variopinta temática, desarrollada en 230 sesiones impartidas por 128 ponentes expertos en diferentes materias. Destacó la elevada calidad científica y la actualización de los aspectos tratados.

Se abordaron cuestiones como el enfoque de la enfermedad crónica, que gana más importancia en nuestras consultas a consecuencia del envejecimiento de la población, y las dificultades en la gestión de salud mental en una sociedad estresada. Se incluyeron aspectos como la gestión de enfermedades agudas (códigos tiempo-dependientes, reanimación cardiopulmonar, atención al parto…) y procedimientos diagnóstico-terapéuticos (ecografía, dermatoscopia, infiltraciones…), así como la prevención y promoción de la salud (vacunación, estilos de vida saludable…) e incluso habilidades en situaciones al final de la vida, en las que debemos tener un papel principal.

Cabe destacar, además, la atención prestada a las áreas de investigación en atención primaria y la importancia de incentivarla para mejorar la salud. En esta ocasión contamos con más de 800 comunicaciones presentadas por los congresistas, todas con una elevada calidad, lo que concretó el esfuerzo personal y colectivo realizado durante los meses previos en sus respectivos centros de trabajo.

Asimismo, se garantizó la participación en foros de discusión, en los que se expresaron opiniones y se intercambiaron conocimientos; se facilitó el aprendizaje y la puesta en común de diferentes formas de actuar y se enriqueció el quehacer de nuestra profesión con nuevos enfoques. De igual forma, se facilitó la posibilidad de visualizar en streaming parte de las sesiones, lo que permitió la formación de quienes tenían imposibilidad para asistir de manera presencial.

Este año se estableció, por primera vez, una dedicación extra en la formación de los residentes de medicina familiar y comunitaria, nuestro futuro. Se incluyó en el programa una actividad precongresual, que englobaba la actualización en formato de resumen de diversos temas para mejorar sus competencias clínicas. Se tocaron puntos como la cronicidad en torno al eje cardio-metabólico-renal y respiratorio, los cambios en los estilos de vida y la atención a la salud mental, fundamentales para la continuidad asistencial y la longitudinalidad. Los residentes también fueron partícipes impartiendo píldoras formativas y asumiendo un papel relevante, no solo como asistentes, sino también como ponentes en diversos temas de interés, un hecho enriquecedor que promueve el desarrollo de la sociedad científica.

Un papel principal lo marcaron las iniciativas en salud comunitaria, con múltiples actividades en diferentes localizaciones de la ciudad. Abarcaron cuestiones como el envejecimiento sostenible y los hábitos saludables del sueño. En el momento actual, y con la situación de sobrecarga que vive la atención primaria, priman las actuaciones de promoción y prevención de la salud, en las que debemos ser pioneros junto con los equipos de enfermería. No solo somos responsables de informar y formar a nuestros pacientes, sino que podemos utilizar las intervenciones comunitarias como herramientas que aportan soluciones al abuso de los recursos sanitarios. Una población empoderada supone una población autónoma.

Mención especial se hizo a la figura del médico rural, que no siempre dispone de los medios y recursos ideales para prestar una atención equitativa. No obstante, debe gestionar desde áreas de difícil acceso los tiempos de atención y las distancias: la orografía local siempre es un obstáculo a la hora de tomar decisiones, sobre todo cuando estas son tiempo-dependientes.

El vínculo multisociedad también fue un eje fundamental del Congreso. Se establecieron nexos tanto nacionales como internacionales y se marcó el rumbo hacia una “salud única”, de calidad y con un enfoque centrado en el paciente.

SEMG solidaria continúa realizando actividades de cooperación en el Sáhara mediante la ayuda a quienes poseen menos recursos y su capacitación para que desarrollen sus propios proyectos, que a su vez también es un ejercicio de acción extracomunitaria.

Otra de las novedades inequívocas de este encuentro fue la presencia de la “inteligencia artificial”, una herramienta que está transformando la medicina de familia y que comenzamos a conocer. Actualmente acudimos a la transformación digital de la práctica médica diaria, que integra nuevas tecnologías, como la telemedicina o la inteligencia artificial, incorporadas a algunos de los dispositivos que utilizamos en consulta, como los ecógrafos. Se añaden otras como el uso de Big Data para el desarrollo de investigación y aplicaciones centradas en salud. En el futuro deberemos seleccionar las tecnologías que garanticen la seguridad jurídica de todos los datos que manejamos, sin poner en riesgo la seguridad de nuestros pacientes, lo que supondrá un reto a corto plazo y un cambio de perspectiva.

En medicina de familia se hace fundamental la dedicación, la responsabilidad y el conocimiento científico para proporcionar una adecuada calidad asistencial a nuestros pacientes, que deben ser el eje central de todo el proceso. El Congreso sirvió de punto de encuentro para fortalecer lazos que nos enriquecen en lo humano y representó un espacio en el que formarse en lo profesional y científico para que se pueda hacer realidad esa atención individualizada.

Aunque vivamos tiempos difíciles, debemos seguir marcando el rumbo, navegando hacia el futuro, un futuro que se fijará el próximo año en el 31º Congreso Nacional de la Medicina General y de Familia, en Las Palmas de Gran Canaria. Naveguemos hacia él, llenémoslo de ciencia e innovación, de compañerismo y colaboración; todo ello nos ayudará a mejorar nuestra práctica clínica diaria.

Esperamos que juntos podamos seguir aportando y aprendiendo, con la misma ilusión que se percibió en este Congreso, tanto por parte de los asistentes como del Comité Organizador, algo que yo misma he sentido. Me remito a las palabras de nuestra presidenta nacional: “juntos sumamos”.

¡Viva la medicina de familia!